Durante esta semana se celebra el Día de Muertos en diferentes partes del mundo. 

Esta festividad tiene una particularidad muy interesante y es que, dependiendo de la cultura de cada país, se celebra de diferentes maneras. Algunas se caracterizan por estar llenas de color, algarabía, música y alimentos; sin embargo, algunas esquinas del mundo tienen una forma muy peculiar, extraña y hasta turbia de conmemorar la memoria de sus santos difuntos. 

No hay mejor país para comenzar hablando de esta tradición que México. ¿Por qué? Sus reconocidas celebraciones han recorrido el mundo y se han convertido en la cara de esta celebración, al menos en latinoamérica.  

Hasta Disney creó una historia con su forma de entender y celebrar este día, con mucho color, comida, dulces, adornos significativos y momentos en familia, pero, hay algunos lugares de este país que no lo hacen tan mágico.

En Pomuch, una población del estado de Campeche, cuando el difunto tiene 3 años de haber fallecido extraen sus restos, los limpian y cambian de ropa con la creencia de que así se sentirán parte del mundo de los vivos. Posteriormente, entre el 31 de octubre y 1 de noviembre de cada año esperan sus llegadas vistiendo los restos con flores y sus nombres.

Pasemos ahora al sur del continente para hablar de Bolivia, donde cada 8 de noviembre se celebra el Día de los Cráneos. ¿Imaginarán por dónde va esto, verdad? Acá las familias guardan y atesoran los cráneos de los difuntos en sus casas y los colocan en altares llamados Ñatitas. 

Esto con la creencia de que todas las personas tienen 7 almas y al morir todas se van a lugares diferentes y una permanece en el cráneo del difunto. Al tenerlos en sus casas, los acompañará y protegerá por el resto de sus vidas.

Fiel a sus creencias y ritos, los países africanos tienen un método poco convencional de rendirle homenaje a sus seres amados que ya partieron. Un ejemplo muy llamativo de esto es el pueblo Magache, en Madagascar. 

Sus habitantes celebran en estas fechas el Famahidana. La esencia de esta celebración es representar la comunión entre la vida y la muerte, mediante rituales mágicos donde los vivos comparten tiempo y espacio con los muertos. 

El rito principal consiste en que cada siete años los muertos abandonan sus tumbas, se exhuman sus restos y se les cambian sus prendas por unas nuevas. Posteriormente, cargan el cuerpo y bailan al son de la música con alegría.

Esta celebración es infaltable en cada esquina del mundo y, adaptados a su cultura, cada país lo celebra con efervescencia, pero definitivamente hay algunos que lo llevan a otro nivel.